Reseña crítica: Según los que saben, requisitos indispensables del giallo son asesinatos perpetrados por arma blanca por parte de una figura encapuchada o enmascarada y preferentemente contra mujeres bonitas. El acompañamiento sonoro debe revestir una sucesión minimalista de notas, es decir, reiteraciones de líneas melódicas simples con leves matices de diferencia, acentuando en lo posible los climas. La trama no debe encasillarse a una explicación lógica e inductiva de todo lo que ocurra en pantalla (una diferencia fundamental con los thrillers norteamericanos o anglosajones, en que cada incidente o misterio suele ser claramente desaznado por el investigador de turno o alguna voz en off que impide al espectador conformarse con la propia interpretación de los hechos que observa). Todos estos requisitos, tomen nota, se cumplen en este opus, que además, ostenta la irreverencia genérica de ofrecer un título de una sola palabra (en oposición a los kilométricos títulos de tradición italiana) y convertirse en el primero de su estilo con formato 3D. La trama se inicia en la capilla de un cementerio, con el sepelio de un sastre y la despedida de su hermano gemelo y socio Dante (Luis Machín) tras quien aparecen deudos que serán los personajes gravitantes de la trama: la esposa de Dante (la beldad Julieta Cardinali), el psiquiatra (Raúl Taibo) y el sacerdote amigo de la familia (Gerardo Romano). Ya antes que en pantalla se imprima el título de crédito hay un atisbo de desequilibrio mental con el protagonista deambulando por las callejuelas del camposanto en pos de un rastro de gotas de sangre que terminan siendo propias y conduciéndolo al punto de partida. Los asesinatos no se hacen esperar, mayormente sugeridos en el fuera de campo pero respaldados por imágenes posteriores de los respectivos cadáveres, y hace su aparición una nueva candidata al cuchillo, la oficial de polic??a de turno (Viviana Saccone), que informa a Dante que tendrá que acompañarla a la morgue para identificar el cuerpo de la víctima. El personaje sufre una crisis y cuando llega el psiquiatra explica que padece una extraña aflicción, necrofobia, que es un temor irracional a cualquier persona muerta. ¿Lo quitará este padecimiento de la nómina de sospechosos o, por el contrario, será evidencia de su responsabilidad en los siguientes asesinatos? El caso, uno muy subjetivo, es visto desde el punto de vista de Dante, con lo cual la percepción irá variando de acuerdo a sus estados de ánimo, a cuantas veces se tope con el cadáver caminante de su hermano o los numerosos maniquíes que pueblan su inmenso hogar. En cuanto a la responsabilidad de los asesinatos, hay tres alternativas: puede ser algún personaje; el hermano fallecido - que no ha muerto - o bien el propio Dante y, en ese caso, su asignatura será la de asumir psicológicamente semejante aberración. El interés de estas posibilidades se acrecenta con una alteración del flujo temporal que incluso le permite perseguirse o investigarse a si mismo para esclarecer el caso. El tour de force interpretativo de Luis Machín, la sugerente banda sonora de Claudio Simonetti, la puesta en escena de interiores y la excepcional fotografía - con un 3D que aporta valioso relieve que no atenta contra el argumento - son elementos a destacar de un giallo sutil, vigoroso pero sobre todo, desafiante. [Cinefania.com]
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