A MÍ, AL ESPECTADOR SIEMPRE ME GUSTÓ SORPRENDERLO
A mí, al espectador siempre me gustó sorprenderlo. Descolocarlo, desafiarlo. ¿Te acordás del comienzo de la película? Dos pibes chorros mirando un caserón con una ventana abierta ahí nomás de las ramas de un árbol de la vereda. Sabemos que los busca la policía, que asaltaron a una anciana, que en un tiroteo hirieron a una agente embarazada. Hasta los acusan por desapariciones de chicas adolescentes de la zona. Los oímos charlar de plata, de autos caros, de ropa cara, de cocaína de primera, de pagarle a unas estrellitas de Instagram por una noche y coronarla dejándolas desnudas en medio de una villa.
Sabemos que en el caserón vive un viejo porque lo vimos sacar la basura. Los pibes entran por la ventana, los vemos apuntarle al viejo que parece enfermo, amenazarlo con que si no les da la plata lo matan. El viejo levanta el bastón con agilidad llamativa, le acierta en la cabeza a uno de los pibes y lo duerme, el otro queda inmóvil porque su arma es de utilería y el viejo se dio cuenta, y se lo dice. Y el viejo también lo duerme de un bastonazo, fundido a negro y se ven los dos pibes atados en un sótano. Se oye al viejo renegar, quejarse de que en esta época se perdió el respeto a los mayores y la cultura del trabajo, que la policía no sirve para nada, que los jueces están asociados con los abogados defensores de los delincuentes para soltarlos a cambio de un dinero. Y que los pibes de hoy son hijos del rigor, y que él les va a enseñar. Y ahí empieza lo que hasta ahí parece un oscuro momento de justicia, por mano propia claro. Sólo que enseguida se convierte en una carnicería. Cuando el viejo saca una motosierra.
Uno de los pibes es asesinado de forma espantosa. El viejo, agotado, le dice al otro chico que mañana le espera la misma suerte que a su compañero y lo deja ahí, entre los despojos del otro. Se va, llega la mañana, se filtra un poco de luz, el pibe se despierta del desmayo y se horroriza del espectáculo... y ve una chica esposada a una pared que había estado siempre a oscuras, amordazada y aterrada como él. Ahí viene esa parte en que, por si no había sido suficientemente gore lo que ya se le había infligido al público, el pibe se suelta de sus ataduras usando el húmero del brazo segado de su amigo. Libera a la piba, que resulta ser una colegiala secuestrada por el viejo, que es un asesino serial: ahí entendemos que, al menos de eso, los pibes chorros no son los culpables. Ahí viene la pelea final, el pibe luchando contra el asesino, el viejo es tenaz, la pibita pierde una mano. A esa altura el espectador revirtió completamente su identificación inicial, y ahora espera que el pibe chorro salve a la pibita. El viejo se golpea la cabeza y cae, la parejita sale como puede, la piba vendada para no desangrarse, el pibe al que en medio de la noche nadie socorre pese a sus gritos, el patrullero que se encuentran en la esquina, el pibito chorro gritando desesperado al policía que lo ayude, y abraza al agente que le dice que se quede tranquilo, que ya llamaron una ambulancia. Creo que salió bastante bien, no me puedo quejar.
¿Mensaje? Mis películas no explican: muestran. Como dice la canción Fan de Scorpions de Babasónicos, "la música no tiene moral / La música no tiene mensaje / y sin embargo te lo da". Esta película no tiene moral, no tiene mensaje, y sin embargo te lo da.